lunes, 24 de octubre de 2016

¿QUÉ MEJOR MANERA DE EDUCAR QUE COCINANDO Y COMIENDO?

COCINAR y COMER lo tienen todo para garantizar un buen aprendizaje. Es un acto cotidiano, ocurre o al menos debiera ocurrir tres veces al día. Es un hacer, y como mejor se aprende es haciendo, actuando. Tiene una dimensión integral porque implica/influye en el cuerpo y el alma. Es emocional, nos vincula afectivamente desde la emoción compartida, y nos trasciende emocionalmente cuando alimentamos al otro.

Por eso, como indico en la publicación, este enfoque psicogastronómico “integra perfectamente los tres aspectos constitutivos del concepto que hemos acuñado como “gastrofelicidad” para referirnos a la íntima relación entre ambos aspectos, ya que a nuestro juicio la relación entre cocina y felicidad es de tipo triangular: Comer, como una experiencia placentera y como un acto amoroso con uno mismo (ser feliz uno mismo a través de la comida). Comer juntos, como la vivencia colectiva del placer de alimentarse juntos y del sentimiento amoroso de fraternidad y solidaridad que ello supone (ser feliz con los demás en torno a una mesa). Y dar de comer, entendido como un acto de amor a través del cual promueves la felicidad del otro y la propia a través del compromiso emocional con la cocina (ser feliz haciendo felices a los demás alimentándolo)”.

¿SOBRE QUÉ TRATA ESTA OBRA?

Con motivo de mi 50 cumpleaños reuní a mis seres queridos con la intención de hartarlos afectivamente con una comida emocional que rebosase de generosidad y amor compartido. Quería convidarles (preciosa palabra, CONVIDARLES = CON-VIDA-DARLES = DARLES VIDA CON) para celebrar alimenticiamente nuestra amistad.

Pues bien, este libro no es más que la traducción escrita de una metáfora vivencial de esa experiencia emocional transformadora y su aplicación al ámbito de la educación. Porque como expreso en la introducción: “… ahora entiendo el gesto de fraternidad radical que realizó Jesús de Nazaret, quien, sabiéndose amenazado de muerte y para despedirse, convidó a sus amigos a un encuentro de profundo contenido nutritivo y emocional hacia los suyos. En el que además nos regaló un claro antecedente de la propuesta psicogastronómica que en este libro te presentamos, al utilizar el pan como emblema afectivo con el que alimentar socioafectivamente a los comensales de esa última cena. El reparto del pan es una magnífica metáfora del compromiso con el otro, del vínculo significativo con el próximo. Compañero/a es aquel que comparte el pan, comparte la vida; un símbolo de una potencia socioemocional extraordinaria con el que se refuerza el sentido de nuestra propia humanidad.  

¿POR QUÉ ESCRIBÍ ESTE LIBRO?

La razón fundamental, primigenia, tiene que ver con la experiencia de ser hijo de Amparo Hernández Hernández ("Amparito"). Este es el motivo por el que le dedico esta publicación con las siguientes palabras: “Por mi madre, quien mi inspiró y transmitió con su testimonio de vida, cotidiano y amoroso, el sentido profundo y radical de la cocina socioafectiva”.

Efectivamente, aunque no haya sido muy frecuente oírle enunciar la frase: “te quiero” (la pobre bastante tenía con preocuparse por sacarnos adelante), ahora siento que con cada plato de comida que realizaba y nos ponía en la mesa estaba “encarnando” y expresándolo, y con ello alimentándonos afectivamente. Por eso, insisto, este libro se escribió por su maternidad. GRACIAS MAMÁ.

PARA ABRIR EL APETITO, UN APERITIVO


LEE, LEE... https://www.edesclee.com/img/cms/pdfs/9788433027351.pdf


TODO EMPEZÓ CON...




https://www.edesclee.com/tematicas/crecimiento-personal/gastronomia-para-aprender-a-ser-feliz-psicocina-socioafectiva-detail